Superar un trastorno alimenticio implica obtener
una relación saludable con la comida y tu cuerpo. Parece algo muy obvio, pero a
veces los límites entre qué es y qué no es una relación saludable pueden ser
algo difusos. Y curiosamente, con la personalidad obsesiva que rodea a las
personas que los padecen, no es raro que la obsesión se pase a comer cantidades
perfectas y no permitirse tener un mal día del cuerpo.
Y aunque al principio eso sea lo normal, eso tiene
que ir normalizándose. Me acuerdo que nada más empezar a hacer comidas sola me
obsesionaba con comer perfecto: me calculaba los días a la semana que tenía que
merendar fruta o dulce, no repetir nunca comida, comer siempre a la misma hora…
Hasta que me di cuenta que era incompatible con mi vida diaria y con la de todo
el mundo. Y por primera vez en años, dejé de pensar en que estaba comiendo en
cada momento y me dejé llevar por lo que mi cuerpo me pedía: algún día comía
menos, otros más, merendaba lo que me apeteciese…
Seguramente todo el que lea esto y no haya pasado
un TCA pensará que sonaré como una loca analizando como comer. Pero si durante
años me convertí en una calculadora de calorías y tenía controlado cada gramo
de comida que entrase por mi boca, pensé que sería imposible olvidar cuántas
calorías tiene cada cosa o que comer es una necesidad más y no un suplicio.
Tuve que, literalmente, aprender a comer. Cuando acabé el tratamiento pensé que
tenía una relación saludable con la comida porque había perdido el miedo a
comer y pensar que voy a engordar, pero la relación saludable va a mucho más:
comer lo que mi cuerpo me pida. (Ojo,
siempre que lo que mi cuerpo pida este dentro de la normalidad, que comer por
ansiedad NO es normal).
Pero después de todo soy una persona que ha pasado
un TCA y estoy siempre en riesgo de que por circunstancias de la vida pueda
recaer, por lo que hay hábitos alimentarios que, por lo menos de momento, no
puedo empezar. Para ser más concreta, llevar una dieta vegetariana. Es algo que
siempre he querido hacer, desde pequeña, pre-TCA, por mis propios valores. Pero
cuando hace unos meses consulte a mi psicóloga si podía, la respuesta fue
simple: “la experiencia nunca ha sido buena”. Y aunque yo conozca casos de que
haya salido bien, el miedo a recaer es mayor. Me han dado la opción de hacerlo
en varios años cuando mi situación sea estable, pero implicaría ir a un
nutricionista y psicólogo otra vez, y
eso no me traería buenos recuerdos.
El tema del cuerpo también es delicado. En el
tratamiento pasas de verte siempre gorda a aprender a amar tu cuerpo y
apreciarlo tal y como es. Pero, sigo siendo humana, y puedo tener días malos,
al igual que el resto de este planeta. Nunca antes podía decirle a nadie que
hay algunos días que me puedo ver mal porque sé que eso les implicaría alarmarse
más de la cuenta. Pero soy una chica de 19 años, que atraviesa un ciclo hormonal
en el que en determinados momentos estoy más hinchada… Y al igual que para
nadie esto es cómodo, para mí tampoco. Pero eso no implica que vaya a recaer o
me vea gorda.
¿Pero sabéis cómo sé que mi relación con mi cuerpo
es normal? Porque si tengo un día que me veo peor, no me limita en el día: no
me cambio de ropa, no me miro más al espejo, no me quedó en casa… Hago mi vida
normal.
Por lo general, siempre me veo muy bien y la
verdad que estoy muy contenta con mi cuerpo. Pero me preocupa en el sentido de
que sé que estos 2 últimos años post-tratamiento mi cuerpo ha cambiado a una
forma que me gusta: se ha estilizado y también he adelgazado un poco. No ha
pasado queriéndolo yo, simplemente mi metabolismo se ha adaptado y ha pasado de
forma natural. ¿Habría estado igual de contenta con mi cuerpo si no hubiese
cambiado? Es la única cuestión que me queda por el aire.
Simplemente quería recalcar eso, un tratamiento te
enseña a comer bien y amar tu cuerpo, pero eres tú quien después lo normalizas
en tu vida y eso te llevará el tiempo que te tenga que llevar. Yo pienso que ya
hace tiempo que lo he conseguido, y fue tan fácil como irme fuera, que nadie
conociese lo que antes había pasado, y adaptarme a lo que hacía el resto. Y
creo que lo hago de una forma mucho más normal que mucha gente que no haya
padecido TCAs antes. (Lo normalizadas que están las dietas para adelgazar en la
sociedad ya es otro tema que implicaría otra entrada).
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