sábado, 16 de septiembre de 2017

Sí, soy introvertida

Y no, eso no significa que no me guste estar con gente.

Hay una concepción tan estereotipada de la introversión que sólo de leer esa palabra habrás pensado en una persona solitaria y friki, el típico ratón de biblioteca. Nada más alejado de la realidad, ser introvertido simplemente significa que esa persona centra su concentración e interés en su mundo interno, y no tanto en el mundo externo, como haría una persona extrovertida.

La mejor forma de explicarlo es compararnos con pilas. Tanto las personas extrovertidas como introvertidas gastan su energía y necesitan recargarla, pero lo hacen en situaciones opuestas. Mientras que una persona introvertida gasta su energía cuando socializa en grandes multitudes, una persona extrovertida la gana. De igual modo, una persona introvertida recargará su energía pasando tiempo consigo misma, y la persona extrovertida la gastará.

Pero que una persona introvertida gaste su energía socializando, no implica que no le guste socializar, simplemente es una situación de la que tendrá que recuperarse luego. Además, no existe la introversión/extraversión absoluta, cada uno de nosotros estará en una escala más cerca o más lejos de la introversión/extraversión considerándose introvertido, extrovertido o el "nuevo" término ambivertido, que no tiene nada de nuevo, simplemente es ponerle nombre a una persona que considera que se ve características de introversión y extraversión, básicamente estar por la mitad de la escala.

Los estereotipos de los introvertidos vienen dados porque la introversión se asocia con la timidez, con ser solitario, frío... Y es cierto que las personas introvertidas tenderán a ser más tímidas, pero no lo implica. En mi caso se cumple el caso, pero existen personas introvertidas que no tienen ningún problema de comunicarse con gente nueva. Igual que sería un error asumir que todas las personas extrovertidas son, por poner un ejemplo, simpáticas sólo por el hecho de ser más abiertas. 

Los estereotipos no tienen sentido por el simple hecho de que todos tenemos los mismos rasgos en nuestra personalidad, pero en mayor o menor escala. Nadie es sociable ni solitario al 100%. Yo puedo decir que soy extrovertida, sí, pero al 25%. Categorizar a las personas por solo un rasgo de la personalidad y asumir el resto sigue siendo un problema grande.

Siempre me sentí poco identificada con como se describía a los introvertidos por mucho que sentía que socializar, sobre todo con personas desconocidas, me drenase la energía, hasta que me vi completa por mis rasgos y no solo por uno. Y paso de una forma muy curiosa. Hay un test de las 16 personalidades en Internet (gratuito) que dio el clavo conmigo. Y desde ese momento me entiendo mucho mejor.

Y ahora sé que soy introvertida. Pero eso no implica que sea fría, borde u odie a la gente.


martes, 5 de septiembre de 2017

Septiembre

Enero suele ser considerado como el mes de los comienzos: "nuevo año, nueva vida". De ahí vienen las famosos propósitos de año nuevo, que siempre consideraré una chorrada porque si quieres de verdad lograr algo empiezas ahora, si no quieres empezar ya, no tienes el suficiente interés. Además, el paso de diciembre a enero para un estudiante, sólo significa que los exámenes se acercan, el curso sigue, ni siquiera hay cambio de un cuatrimestre a otro.

Pero sí considero septiembre un mes para hacer cambios, pero no de la forma que se hacen los "propósitos de año nuevo", si no objetivos establecidos por reflexionar. Porque para mí el verano es un momento de reflexión: como ha sido el curso, como he sido yo durante el curso, de qué gente me he rodeado, si llevo el camino correcto; pero también el momento de establecer objetivos para sentirme llena como persona, vaya, por muy "ñoño" que suene, llevar el camino que me haga feliz.

Este verano en concreto he reflexionado mucho, igual que lo hice hace dos años. Hace dos años, había acabado Bachillerato y me mudaba a Madrid para estudiar una carrera que ahora he dejado, era la primera vez en año y medio que no tendría seguimiento semanal de mi tratamiento de anorexia. Tenía que hacer nuevos amigos, conocer una ciudad nueva completamente diferente para mí y adaptarme a una situación desconocida, y yo le tengo pánico a la situaciones desconocidas.

Tenía mucho miedo, pero también mucha ilusión. Durante ese año me decepcionaron muchas personas, lo cuál me hizo madurar y necesitar un cambio de aires. Entonces me forcé a empezar una nueva vida y conseguí adaptarme. Pero falló algo, y es que cuando todo parecía perfecto, un camino de rosas, me acabé pinchando y volviendo a la realidad. 

Eso hizo que el año pasado fuese un desastre. Descuidé mi salud mental, y no, no estuve mal con la comida, pero dejémoslo en que estuve mal. Ese estado hizo que personas se alejaran, otras personas me decepcionaron, y tuve una fuerte crisis existencial y respecto a mi futuro en la cuál tomé una decisión que no dejó contentas a personas cercanas a mí. Pero a veces hay que mirar por uno mismo antes que por el resto.

Y me hallo en una situación muy parecida a hace dos años. Vuelvo a mi ciudad, Madrid, pero a una carrera nueva en la que tendré que conocer nuevas personas y adaptarme. Aunque he vuelto a madurar y de la mejor forma, porque cuando caes, ya sólo se puede uno levantar. Al igual que no voy a cometer el error de alejar a personas de mi vida por mis problemas, no voy a "arrastrarme" detrás de personas que no me necesitan. Me he establecido objetivos no sólo para este año, sino de vida, objetivos que me llenen a mí, y no a personas que antes quería complacer.

Me gustaría decir que esta vez no tengo miedo y sólo tengo ilusión. Pero sigue habiendo miedo, aunque la ilusión gane. Y cuando la ilusión gana, el miedo apenas te frena. Sí, volveré a tener errores, pero no me dan miedo. De los errores se aprende y maduran. Y ahora que me he establecido un camino fuerte y seguro, cuando haya caídas, estas no van a doler tanto.