jueves, 22 de marzo de 2018

No olvidemos el factor social de los TCAs

Esta semana en clase de Psicología del Desarrollo hemos estado debatiendo un artículo que trataba la "crisis de la pubertad" desde un punto de vista social, y no desde el biológico al que estamos tan acostumbrados. Y, a la vez, dándole una perspectiva de género.

Quiero escribir para expresar algunas conclusiones a las que he llegado gracias al artículo, pero sobre todo, para desahogarme sobre un tema que ha salido durante el debate y que me ha tocado la moral especialmente. Mientras la mayor parte de la clase estábamos de acuerdo en darle gran importancia a los factores socioculturales, algunas personas seguían empeñadas en que los factores biológicos eran lo más importante y determinante.

Uno de mis argumentos fue que no era mera coincidencia que las chicas sufrimos en mayor medida trastornos de la conducta alimenticia (TCA). Pero una chica me rebatió que eso sucedía porque las chicas por biología nos "obsesionamos" más con todo, y como los TCAs van sobre todo de obsesión con la comida, apariencia, peso, deporte..., era lógico que nosotras los sufriésemos más, y no tenía nada que ver con que las chicas recibimos mayor presión de la sociedad. No tuve tiempo de contestarle, así que voy a hacerlo ahora.

Vamos a partir de que los TCAs se caracterizan por tres factores clave: la personalidad de una persona, la situación familiar y la sociedad, y los tres tienen que estar presentes para que una persona desarrolle un TCA. No es sorpresa que los TCAs sólo se desarrollen en países primer mundistas, donde estamos constantemente bombardeados por personas que cumplen los cánones de belleza en la televisión, anuncios, películas, redes sociales... Obviamente no a todas las personas les afecta esta información, porque les falta los otros dos factores; pero en este caso la sociedad es la clave, porque sin este tipo de sociedad, no habría TCAs; otros trastornos sí, pero estos no.

"Pero a los chicos también les presiona la sociedad". Pues sí, pero de diferente manera. La vigorexia (obsesión por hacer ejercicio para estar cada vez más musculoso) es un trastorno alimentario, pero su incidencia es mucho menor que el de la anorexia o bulimia, por ejemplo. ¿Por qué? Porque aunque la sociedad presione a los hombres, lo hace menos que a las mujeres.

Vemos referentes hombres de todos los tamaños y edades habitualmente en televisión como políticos, actores, cantantes, presentadores... Y sorpresa, la prensa rosa nunca haría ningún comentario sobre su peso u atractivo, y en caso de que si lo hiciera, en ningún momento justificaría la valía de esa persona en su profesión. Pero esto no pasa con las mujeres. Las mujeres que vemos en la televisión casi siempre cumplen el canon de belleza establecido, y si no se las va a criticar y ser objeto de burla en la prensa rosa, o van a ser conocidas por ello. Adele, mujer con voz extraordinaria, pero a los titulares les interesaba más saber como perdió más de 60 kilogramos (creo que podéis imaginar porque perdió tanto peso una vez llegada a la fama). O actrices cuyo cuerpo no es reglamentario, y en vez de hacer un papel más, hacen un papel que gira en torno a su cuerpo diferente: la chica gorda de la que se enamoró el guaperas, la chica gorda que canta y baila bien, la chica gorda que logra triunfar... Recalcando que no es algo habitual que una mujer que no cumple los estándares de belleza pueda lograr esas hazañas.

Por eso me duele tanto escuchar comentarios así. Porque soy perfectamente consciente que sin patriarcado yo no hubiera sufrido un TCA durante 3 años de mi vida; puede que hubiese sufrido otros problemas relacionados con la salud mental. O puede que al no haber tenido tal presión de encajar durante mi adolescencia, no hubiera tenido una tan baja autoestima y no hubiese tenido ningún problema más grande de los que son habituales durante esa época de la vida.

El patriarcado mata de muchas formas.