Hace justamente una semana había escrito esta entrada y la tenía planeada para publicarla hoy. Pero nada más empezar a leerla vi que no era lo mismo escribirla una semana atrás que ahora. ¿Cómo puede cambiar algo tanto en tan sólo una semana? Me toca escribir una larga explicación.
Mañana, primer día del segundo cuatrimestre, me voy a desmatricular de cuatro asignaturas de seis que tengo, quedándome con las que se consideran más fáciles, pero también las más clínicas. Tengo una voz diciéndome que nadie se esperaría eso de mí; pero nadie se esperaría eso de nadie sin ningún contexto, y mi contexto es más complejo de lo que voy a poder explicar en una simple entrada de blog, pero quiero intentarlo.
Remontémonos a diciembre, exámenes, y en concreto examen de la asignatura más difícil y amplia del cuatrimestre. Días antes estaba muy nerviosa, pero vaya, como el resto del mundo. Hice el examen, salí medianamente esperanzada de que podía aprobar. Pasaron varias horas, y exploté. Fue algo tan repentino, pero lo sentí repentino en el momento; ese examen fue el último grano de arena que faltaba para que sucediese algo que tenía que pasar tarde o temprano. Pero antes de entrar en mi crisis existencial tardía, hay otro factor que influyó mucho: mi exigencia.
¿Cómo resumo mi exigencia en una simple entrada de blog cuando mi relación con la exigencia existe desde que soy consciente y podría escribir un libro entero? Pf... Mi exigencia es mi gran enemiga. Tener exigencia es positivo ya que te suele permitir llegar a lo más alto, pero cuando esta supera una línea, hay un problema. La exigencia me hizo en el pasado callarme para no decir lo equivocado, no levantar la mano en clase para no preguntar algo que fuese estúpido, no ir de compras sola para comprar algo que fuese juzgado, llevar mis estudios al máximo y no conformarme con ninguna nota que sacase aunque esta fuese buena, odiar mi físico, pensar que nadie nunca iba a quererme por quien yo era y que yo nunca sería realmente yo... Claramente, la mayoría de eso lo superé y la gente que me ha conocido en Madrid me ha conocido como soy y no lo que intenté ser. Cualquier persona que me conoció en aquel entonces, no me conoce.
Pero la exigencia sigue presente en los estudios, y haga lo que haga parece no querer irse. Remontémonos a principio de curso y como misteriosamente empecé a tener ataques de ansiedad, y no estudiando, sino cuando salía o hacia algo divertido. Estos desaparecieron en octubre y no volvieron a aparecer. Pero en diciembre empecé a tener más ansiedad de la cuenta, obviamente por los exámenes. ¿Pero que fue lo de principio de curso? No lo entendí hasta ahora. Mi exigencia me da ansiedad cuando no se siente satisfecha; y si os he dicho que mi exigencia solo esta presente en los estudios, ¿qué me faltaba a principios de curso? Estudiar constantemente. Era época de novatadas, y es muy triste que no pude disfrutarla porque me sentía culpable de no estar estudiando; aunque no fuese consciente de ello. Cuando en octubre todo empezó más en serio la ansiedad desapareció, por el hecho de que no paraba de satisfacer mi exigencia, dejé mi vida atrás por estudiar.
De momento esto suena mucho como algo que le pasa a alguien que estudia Medicina, ¿en qué soy yo diferente? Soy diferente porque no aprovecho los momentos de disfrute, no me permito alejarme de los estudios, aunque pueda desconectar, siempre hay una mínima parte que me hace sentir culpable. Mi ansiedad en exámenes también es patológica, todos tenemos nervios ante exámenes, pero yo cuando estudio a días de exámenes estoy tensa constantemente, tengo taquicardia, no duermo (y no por estudiar sino por insomnio)... Mi salud mental afecta a mi salud física, y realmente he llegado a encontrarme muy mal.
Esta es una de las partes por las que tomo mi decisión, no me veo capaz de soportar un cuatrimestre aún más complicado que el anterior y salir sana de él. He tenido las Navidades de por medio en exámenes para volver a la “normalidad”, esta vez no lo voy a tener y realmente tengo miedo de llegar a tocar fondo. Necesito trabajar una relación sana con mi exigencia y tener más recursos para sobrellevar la ansiedad, porque obviamente no lo he conseguido.
Parece lógico que una forma de luchar contra la exigencia sea tenerla presente, por lo que puede parecer que mi decisión en ese sentido no sea adecuada. Pero lo es. Mi exigencia no me permitiría desmatricularme de asignaturas y perder el control, dejar de tener una rutina fija y levantarme cada día con mil posibilidades de qué hacer ese día y tener que elegir. Mañana voy a pasarlo mal teniendo que decir en alto en administración y hacerlo todo oficial. Pero será la primera patada que le de a la exigencia.
Y ahora esta la otra parte de esta decisión que dejé atrás para explicar mi exigencia, mi crisis existencial que me hizo explotar ese día. Todos han dudado antes de elegir una carrera, sobre todo los que hayan elegido Medicina sabiendo la fama de dura que tiene. Hay gente que no ha dudado pero porque la decisión esta tomada desde un suceso en su vida o desde unos valores que siguen. Pero yo nunca dudé, en concreto con 12 años decidí que quería estudiar Medicina y no volví a planteármelo. Repito, no volví a planteármelo. Nunca vi eso como una locura, hasta este preciso momento. Con 12 años, por algo que parecía que me podía interesar, tomé una decisión de la que dependería mi futuro y la dejé allí.
Cuando hay a gente que le he dicho que me estoy replanteando estudiar Medicina, lo primero que se me dice es: “pero si a ti te gusta”. Sí, me gusta, y siempre nos dicen que estudiemos lo que nos gusta. Pero me he dado cuenta que eso es importante, pero no el factor clave, habría que decir: ¿te gusta y te ves haciéndolo? En estos momentos, cuando pienso en seguir con la carrera pienso en tener que estudiar igual los 5 años que me quedan, estudiar para el MIR, hacer la residencia, trabajar... Me agobio. Siento que me falta algo, que no estoy aprovechando mi vida, que estoy perdiendo cosas que nunca voy a recuperar... La pregunta que me viene es, ¿vale la pena? ¿Vale la pena pasarlo mal por mi ansiedad y exigencia de esa forma? ¿Vale la pena perderme cosas por ser médico?
Si descubro que es lo que me apasiona y va a hacer que mi vida sea plena y yo me sienta bien con ella, entonces sí, el esfuerzo si valdría la pena. Pero ahora no estoy segura, no estoy segura de lo que quiero, y antes de tomar una decisión desde mi parte subjetiva que se ha decepcionado con la carrera por lo mal que me lo está haciendo pasar, quiero pensar de forma objetiva y analizar tanto el quedarme, como cambiarme a otra opción.
Tengo que vivir, vivir para descubrir que me apasiona. Ver si echo de menos la Medicina o ver si mi otra opción me apasionaría también, y además me permitiría vivir el día a día más de lo que estoy haciéndolo, porque siento que me falta vivir y me falta vivir para sentirme bien.
Este medio año en el que voy a tener menos ocupaciones, no quiero que la gente piense que voy a estar encerrada en mi cuarto viendo series. Voy a vivir. Vivir descubriendo cosas que me gusta, haciendo cosas que dejé por estudiar, descubrir Madrid, apuntarme a cursos o voluntariados o cualquier cosa que se me ocurra. Pero no quiero permitirme vivir una rutina. Si hago esto, es porque ahora puedo hacerlo, y poca gente se lo permite, y tengo que aprovecharlo. Es un tiempo conmigo misma. De descubrimiento. Voy a tener miedo, pasarlo mal, pero haga la decisión que haga, no va a ser un tiempo perdido.
Resumiendo, he tomado esta decisión desde poner mi salud antes que los estudios, de, desafiar mi exigencia, de replantearme una decisión sobre mi futuro que tuve que hacer en Bachiller y nunca llegué a hacerlo y de permitirme vivir, lo cual no he hecho en mucho tiempo (la entrada sería muy larga si explicase además porque llevo tiempo sin permitirme vivir, pero creo que podéis imaginarlo).
Mi blog puede que tome otro camino. Obviamente lo voy a recuperar y voy a escribir mucho más regularmente. Pero no voy a escribir solo entradas de superación de mi trastorno alimentario, sino mis vivencias y sentimientos con esta decisión y los cambios que voy a dar. No sé si eso le servirá a alguien más que a mi misma, pero lo haré aún así.